Todas las ciudades se han enfrentado, y lo siguen haciendo, si cabe, de una manera aún más cruda, a las incertidumbres del futuro que le posicionen en uno u otro lugar en el “mercado global de las ciudades”. Actualmente, la batalla de la competitividad entre los territorios se libra en las ciudades, y son éstas las que optan por uno u otro modelo de desarrollo para atraer aquellos recursos más propicios para la generación de actividad económica, de empleo y para un uso sostenible de sus recursos.
Frente a esas incertidumbres, comunes a cualquier territorio, algunas ciudades optan por consensuar de una manera más o menos participativa el modelo de ciudad del futuro bajo alguna de las múltiples fórmulas disponibles, caso de la planificación estratégica. El objetivo final, en cualquier caso, es contar con una hoja de ruta para un horizonte temporal definido, normalmente entre los 5 y los 20 años, que permita mantener una lógica y una visión horizontal de las políticas municipales. En definitiva, se trata de establecer los pilares sobre los que construir la ciudad del futuro.
En el caso concreto de la planificación estratégica de ciudades, especialmente de ciudades costeras, durante las últimas décadas se ha producido cierta clonación del modelo de ciudad, normalmente basado en el conocimiento o la innovación y con importantes transformaciones de los frentes marítimos, “waterfronts”, en los que suelen resaltar varios edificios diseñados por arquitectos de renombre. En esa corriente, favorecida por la abundancia de recursos económicos, han sido pocas las ciudades que realmente han transmitido su personalidad, sus valores y sus especificidades a sus planes estratégicos, perdiendo la oportunidad de ser realmente únicas.
Santander ha afrontado los retos de la ciudad contemporánea, ya en plena crisis, elaborando, durante cerca de dos años, un Plan Estratégico cuyo horizonte, el 2020, ha permitido enlazar sin interrupciones, las fases de redacción y de implantación. Además, bajo esa solución de continuidad, ha decidido que el conocimiento no sea una mera etiqueta, estableciendo con la Universidad de Cantabria, a través de la Fundación Leonardo Torres Quevedo, un convenio para el impulso y seguimiento del Plan Estratégico de Santander 2020 (en adelante PES 2020).
Vista de la ciudad y Bahía de Santander desde el funicular del Río de la Pila. (Foto: Ayuntamiento de Santander)
La colaboración entre ciudad y universidad, en aquellas urbes que cuentan con la indudable ventaja de disponer de una o varias universidades, debe ser promocionada al máximo, estableciendo fórmulas concretas e implicando a personas que asuman el reto de buscar el entendimiento entre dos instituciones aparentemente alejadas. En Santander, más de un 20% de las acciones de su Plan Estratégico están directamente relacionadas con la Universidad.
Volviendo al Plan Estratégico de Santander 2020, se trata del documento, o más bien el proceso, que aborda y concreta con una visión más integral y sistémica los retos de la ciudad. Está estructurado en 4 ejes: economía, bienestar y ciudadanía, cultura y educación, y territorio y movilidad, incluyendo un total de 30 acciones prioritarias que fueron definidas durante cerca de dos años por más de 200 agentes sociales y ciudadanos a través de un amplio proceso de participación ciudadana.
En el conjunto de las 30 acciones citadas, existe una gran variedad en cuanto su influencia en el futuro de nuestra ciudad. Unas tienen y tendrán un fuerte impacto espacial trasformando importantes proporciones del territorio municipal, como es el caso de la Integración puerto-ciudad que ya ha abordado sus primeras actuaciones con el acondicionamiento de la Zona de San Martín, la construcción de la Duna escalonada de Alejandro Zaera o la construcción del Centro Botín. También es el caso de la Reordenación del espacio ferroviario, un sector del casco urbano que por su extensión y ubicación, es de vital importancia para poder mejorar las condiciones de vida en uno de los barrios más densamente poblados de la ciudad, Castilla-Hermida.
Duna escalonada de Alejandro Zaera. (Foto: Ayuntamiento de Santander)
Un segundo grupo de acciones, tiene un mayor impacto sobre cuestiones que afectan al modelo productivo de la ciudad o a su propia filosofía ciudadana. En este segundo grupo, nos encontramos con actuaciones como el Proyecto Europeo “SmartSantander” y todos los proyectos, cada vez más, que están surgiendo asociados o arrastrados por este. Este proyecto europeo está suponiendo una de las mayores oportunidades para trascender la escala regional ocupando, en el campo de las ciudades inteligentes, un papel muy relevante en el panorama internacional. Esta circunstancia queda ilustrada a través de la colaboración con las principales empresas tecnológicas y de gestión de servicios urbanos del mundo, que están invirtiendo y situando centros de trabajo en Santander gracias al laboratorio vivo generado por los más de 20.000 sensores financiados con fondos europeos. También, ha repercutido positivamente en la creación de nuevas empresas locales relacionadas con servicios inteligentes, tecnología e innovación, en el crecimiento de las ya existentes, o en la consolidación de la Universidad de Cantabria como referencia mundial en el sector.
MAF – Muestra de Artes Fantásticas de Santander. (Foto: Ayuntamiento de Santander)
También, en este segundo grupo de actuaciones, nos encontraríamos todas las que tienen que ver con la cultura como motor del cambio en el modelo productivo. Por su trascendencia, cabe destacar en este grupo y comentar de manera individualizada la próxima apertura del Centro Botín, la consolidación del Anillo cultural en el centro de la ciudad o el fortalecimiento de la Fundación Santander Creativa.
Sobre el Centro Botín, ya se recoge un artículo específico en este mismo número 28 de la revista PORTUS que lo analiza desde distintos puntos de vista. En todo caso, y en lo que respecta a los retos de la ciudad contemporánea, se espera que no sólo atraiga un mayor número de visitantes a la ciudad, sino que se convierta en un elemento de referencia de un conjunto de instalaciones y actividades que conviertan a Santander en una referencia ineludible para el turismo cultural. Esto, evidentemente, supondrá a su vez una gran oportunidad para artistas, colectivos y empresas culturales de la ciudad que dispondrán ahora de un contexto inédito hasta el momento de la ciudad.
El llamado “Anillo Cultural”, por su parte, es un espacio enclavado en el propio corazón comercial, administrativo y social de la ciudad. Incluye, y sigue incorporando en la actualidad, en un radio de cientos de metros, cerca de una docena de instalaciones de carácter cultural que ponen en valor un patrimonio escondido hasta el momento. El Museo de Prehistoria y Arqueología ubicado en el antiguo Mercado del Este, el Centro de interpretación de los Antiguos Muelles de la Plaza de Alfonso XIII, el Centro de Interpretación Arqueológica de la Plaza de Velarde, el Museo de Arte Moderno y Contemporáneo de Santander y Cantabria o el propio Centro Botín conforman este espacio de referencia en el que se espera que se ubiquen nuevas instalaciones próximamente dada la disponibilidad de dos edificios emblemáticos como son el antiguo Banco de España y el antiguo edificio de Correos.
Edificio de Correos, en el centro del Anillo Cultural. (Foto: Ayuntamiento de Santander)
La Fundación Santander Creativa (FSC), finalizando el repaso a la cultura como motor del cambio, es la “heredera” del movimiento generado con la candidatura de Santander a Capital Cultural Europea 2016. Pese a lo que se podría esperar, la no designación de nuestra ciudad en beneficio de San Sebastián supuso la puesta en marcha de una entidad, la FSC, que con el tiempo se ha convertido en el epicentro de la actividad cultural y creativa y en el germen de una red de agentes que están contribuyendo a transformar y enriquecer el concepto más tradicional de la cultura. Una de sus herramientas más destacadas ha sido la Agenda Santander Aúna, que centraliza toda la actividad cultural de la ciudad, promovida por cualquier agente público o privado, ofreciendo un espacio de referencia que recoge una media de 60 actividades diarias en la ciudad.
Festival de Magia de Santander. (Foto: Fundación Santander Creativa)
En definitiva, la ciudad contemporánea es, en el caso de Santander, una ciudad viva y dinámica que no se ha paralizado ante las adversidades que afectan a nuestro entorno. Es una ciudad que se ha replanteado su futuro, y que ha respondido con una apuesta decidida por sectores emergentes que hoy la sitúan como una referencia en el campo de la innovación urbana.
También, es una ciudad capaz de organizar y albergar eventos de carácter internacional como el Mundial de Vela 2014, el Festival Internacional de Santander o los cursos de Verano de la Universidad Internacional Menéndez Pelayo. Esto demuestra que una ciudad de 180.000 habitantes como la nuestra no debe fijar su mirada sólo en su entorno más inmediato, quizá la propia región, sino que debe aspirar a ocupar un papel relevante en la escala europea y mundial aprovechándose de algunos de los beneficios de la globalización.
Vista de Santander desde el Palacio de la Magdalena. (Foto: Ayuntamiento de Santander)
Volviendo al título del artículo, y como conclusión, el reto del Santander contemporáneo es seguir siendo una ciudad con una alta calidad de vida y un entorno saludable desde el punto de vista ambiental y paisajístico. Capaz de hacer del conocimiento que alberga un valor urbano real que se traduzca en inversión y en puestos de trabajo a través de la universidad pero también de las empresas locales. Capaz de combinar el concepto de cultura más tradicional con el más moderno y transgresor. Sostenible en su gestión, y relevante, a escala global, en el campo de la innovación.
Head image: Vista de Santander desde el Palacio de la Magdalena. (Foto: Ayuntamiento de Santander)