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La principal comunicación de Málaga para el transporte de mercancías y personas con el exterior ha tenido al mar como protagonista durante toda su historia. Y aunque el ferrocarril Málaga-Córdoba inaugurado en 1865 abrió una vía de acceso  hacia el interior de la península,  el mar siguió siendo la principal vía de comunicación por lo que el contacto con las nuevas costumbres extranjeras, y entre ellas la práctica del “sport”, llegó a través de él.

Es sabido que la oligarquía local junto con el añadido de burgueses y comerciantes de la segunda mitad del XIX, constituían una minoría social en la que  los apellidos  europeos perfectamente españolizados dan fe de un elevado cosmopolitismo de la sociedad malagueña, donde la asimilación de costumbres extranjeras –especialmente británicas- era un signo de “distinción” y, entre ellas, la práctica del “sport”. Y, al igual que muchos de los deportes más populares hoy en el mundo, tuvo en su origen el mismo carácter aristocrático. En España el moderno deporte apareció allí donde había una importante colonia de ingleses vinculada a las explotaciones mineras, o donde los contactos comerciales con el extranjero eran abundantes, como en Málaga.

Consiguientemente, no es casualidad que el primer club náutico de España sea el Real Club Mediterráneo de Málaga que nació en 1873 fundado por aficionados al remo. Y nació con notable ímpetu porque ya en 1874 se celebraron competiciones con participación tanto de tripulaciones locales como extranjeras procedentes de barcos fondeados en el puerto y de Gibraltar. Y las hubo en años sucesivos incluso con desplazamiento de tripulaciones malagueñas a Sevilla en 1880 para competir en el río Guadalquivir.  También es relevante subrayar que,  de forma un tanto paradójica para el contexto social de la época, numerosas fotos evidencian que este “sport”, como otros –tenis-,  lo practicaban asimismo las mujeres.

Ese carácter pionero del Real Club Mediterráneo, hizo que sea el único de España que ostenta en su grímpola la bandera nacional y el escudo real, dada su primogenitura entre los clubes náuticos españoles y la tradicional vinculación de la corona con los deportes del mar. Las primeras regatas que se organizaron en el puerto, formando parte fundamental de los programas de festejos veraniegos de la ciudad, fueron de remo y vela. 

De aquellas ya hemos hablado, aunque hay que indicar que también se celebraban regatas populares de “bucetas y jábegas” (embarcaciones de remo tradicionales para el transporte y la pesca respectivamente) desde el último tercio del XIX. En cuanto a la vela, a principios del XX se celebraron regatas de grandes yates de vela, pero la competición en este deporte, arrancó con fuerza en los años 40 del s. XX vinculada al desarrollo de la clase internacional snipe, que tantos títulos mundiales, europeos y nacionales ha dado al deporte malagueño. También hubo regatas populares de “sardinales” a finales del XIX hasta bien entrado el XX.

Otros deportes cuyo desarrollo facilitó el puerto fueron la motonáutica, con regatas de canoas a motor o “gasolineras” en los años veinte del XX, así como la natación con su tradicional travesía. Incluso hay noticias de que se jugó algo al waterpolo en esos primeros años del siglo XX entre tripulantes de navíos británicos y los jóvenes malagueños. También los primeros saltos de trampolín tuvieron al puerto por testigo. Finalmente, si el puerto es el origen de los deportes vinculados al mar, sus aguas remansadas han sido tradicionalmente, además, lugar de ocio y descanso para la población como demuestran las viejas y plácidas fotografías de paseos en barca de remo y motor. El oficio de barquero imprescindible en el pasado, cuando no existían muelles para el atraque directo de los barcos, tuvo necesariamente que reconvertirse en un incipiente servicio “turístico” para la ciudadanía.

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Real Club Mediterráneo 

+6.000

 malagueños

dedicados al deporte

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