The city with no labels

29 Marzo, 2013

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Málaga, one thousand taverns and no bookshop.

This refrain, often heard all around Spain with every city’s name is here repeated with remarkable gusto. Málaga sustains a reputation of roguishness, freedom and fun, a disdain of abstract thinking or contemplative life, and we malagueños like to show ourselves up to the stereotype in a mixture of self-effacement and flippancy that we do quite well.

However, foreign visitors find an active, culturally concerned city with plenty of initiatives and a an agenda like any city of its size can boast. If we say otherwise in public it’s not out of blindness or disaffection, but rather due to our sheer terror to sound pedantic or haughty. In Málaga serious things can only be done on the condition of seeming not to, unless you want to face general mockery. Anything solemn or stiff is alien to us, we hate the official or elaborate tone so much that we often fall into the opposite: a gloating in the vulgarity. that happens to be as fake.

Thus, where in other cities choral ensembles, preservation platforms or generational groups of painters and poets flourish and thrive, here cultural action is a matter of solo snipers. There is, of course, an official subsidized culture (we are in Spain after all), specially shining in fine arts. But small scale activities in the private sector prove to be as much interesting and distinctive. If a visitor, after watching the current exhibitions in CAC or Picasso Museum (knowing for sure they will be top level), wants to know what’s really going on, he´ll better check up the flyers he can find in pubs or hostels: every day concerts, performances, small self sustained activities happen in unusual venues like car parks, empty lots, small bookshops or even student’s apartments, with a degree of freshness and spontaneity that the official circuit can’t achieve.

When the city entered the bid to be an European City of Culture, it was this free, variegated and fragmented energy what we intended to show as a distinctive feature. Under the slogan infinite city a chain of related traits was pointed to. This traits make Málaga a unique city among her more traditional, more compact, more undeniably beautiful Andalusia sisters. Traditionally enounced as negative, they show, by just changing the focus, a more interesting city, one more able to accept itself with its contradictions and lacerations. Thus, to begin, the city where nothing gets finished becomes the never ending city, the one that doesn’t stop or resign, the one always reinventing itself. The intermittent city the driver sees appear and disappear between mountains is an incomplete weft in whose discontinuities everyone finds their place; the boundless city –with no wall to hem it in–  is the city that can be whatever it pleases, the city that neither suffers the yoke of an identity nor imposes any to newcomers; the formless city is the city of informality, abhorrent of posing and etiquette; and finally, in the city without a centre there’s a place, so help us god, for every eccentric.

If we stop looking for a rigid order and a finished structure for our city we can start understanding how the values of the ephemeral, the changing, the unstable can represent it better and better adapt to the upcoming world. Then the vague and versatile identity, the lack of strong social hierarchies, the traditions which, closely examined, happen to have started weeks ago will cease to be considered picturesque features to hide and be ashamed of to become the paradoxical, reluctant signs of identity of a city that refuses to be labelled.

 

 

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 10 de 92

fueron los años que

Picasso vivió en Málaga

Con todo, la ciudad se enorgullece

de su carácter picassiano.

 

 137 

negocios

con el nombre de

Picasso

 

 

 

148

librerías

 

 

 

 

 

34

museos abiertos

en la ciudad

y 14

en proyecto

 

 

 

 

 

26

piscinas

de elaboración de garum

en el centro histórico

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La ciudad sin etiquetas

Málaga, la de las mil tabernas y ninguna librería. Este estribillo que, si uno investiga, se repite por toda la geografía española cambiando el nombre de la ciudad, se enuncia aquí con especial fruición. Málaga tiene un sello de ciudad golfa, canalla, divertida, poco dada a la contemplación o el pensamiento, y a los malagueños nos gusta fomentar el estereotipo con una mezcla de autodesprecio y desparpajo que nos sale francamente bien.

Sin embargo el forastero que llega encuentra una ciudad inquieta, activa, con multitud de iniciativas y una agenda más que homologable con las ciudades de su tamaño. Si decimos lo contrario en público no es por ceguera ni desapego, sino más bien por un pánico cerval a la pedantería y la suficiencia. En Málaga las cosas serias hay que hacerlas pareciendo que no, bajo pena de enfrentarse al recochineo general. Nos rechina lo solemne y envarado, lo institucional, lo artificioso, y caemos con facilidad en el extremo opuesto, un regodeo en la vulgaridad no menos impostado.

Así, donde en otras ciudades florecen las agrupaciones corales, las plataformas de defensa del patrimonio, los grupos generacionales de poetas o pintores al amparo de las instituciones, aquí la actividad cultural es cosa de francotiradores. Hay cultura oficial, claro que la hay, y especialmente brillante en áreas concretas como las artes plásticas. Pero es mucho más interesante lo que se mueve por libre, en pequeña escala. El visitante que quiera enterarse de lo que se cuece, después de visitar la exposición de turno en el CAC o el Picasso (en la certeza de que serán de altísimo nivel) hará bien en recopilar cuanto folleto encuentre por los bares: en cocheras y solares, en pisos de estudiantes, en pequeñas librerías, en naves industriales ocurren cada día conciertos, performances, actividades mínimas y autogestionadas, con una frescura y espontaneidad que el circuito oficial no puede dar.

Cuando la ciudad se postuló para capital europea de la cultura, era esta energía libre, diversa y fragmentada la que se ponía sobre la mesa como elemento distintivo. Bajo el lema ciudad infinita se aludía a una serie de rasgos encadenados que hacen de Málaga una ciudad única entre sus hermanas andaluzas (más tradicionales, más compactas, más indiscutiblemente bellas). Estos rasgos, tradicionalmente enunciados como negativos, dibujaban, con sólo cambiar el enfoque, una ciudad más interesante, más capaz de reconciliarse consigo misma en sus contradicciones y desgarros. Así, y para empezar, la ciudad donde nunca se termina nada pasaba a ser la ciudad inacabable, la que no se conforma ni se detiene, la que no para de reinventarse. La ciudad intermitente que ve aparecer y desaparecer entre los montes el automovilista es una trama incompleta en cuyos intersticios cada uno encuentra su sitio; la ciudad sin límites -sin muralla que la ciña- es la ciudad que puede ser lo que se le antoje, la ciudad que no vive prisionera de una identidad ni le impone ninguna a quien llega de fuera; la ciudad sin forma es la ciudad informal, enemiga de poses y etiquetas, y en la ciudad sin centro caben, ¡a dios gracias!, los más excéntricos.

Si dejamos de buscar para la ciudad un orden rígido y una estructura terminada, podemos empezar a entender que los valores de lo efímero, lo cambiante, lo inestable, la representan mejor y se adaptan mejor al mundo que viene. Entonces la identidad difusa y versátil, la ausencia de jerarquías sociales fuertes, las tradiciones que, miradas de cerca, resultan ser de anteayer dejarán de ser rasgos pintorescos que esconder para convertirse en las paradójicas, reticentes señas de identidad de una ciudad que se resiste a las etiquetas.

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 10 de 92

fueron los años que

Picasso vivió en Málaga

Con todo, la ciudad se enorgullece

de su carácter picassiano.

 137 

negocios

con el nombre de

Picasso

148

librerías

34

museos abiertos

en la ciudad

y 14

en proyecto

26

piscinas

de elaboración de garum

en el centro histórico


Article reference for citation:
Jáuregui Real Ignacio, “La ciudad sin etiquetas”, PORTUS: the online magazine of RETE, n.25, June 2013, Year XIII, Venice, RETE Publisher, ISSN 2282-5789 URL: https://www.portusonline.org/la-ciudad-sin-etiquetas/

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