Málaga futuro. Perspectivas y desafíos de la ciudad portuaria

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La ciudad de Málaga ha emprendido un duro y grato camino hacia la sostenibilidad, encontrándose en una situación imparable, mejorando día a día su calidad de vida.

Prueba de ello es la elección de esta ciudad para la puesta en marcha del proyecto SmartCity, en el que se tratan de concentrar un amplio conjunto de tecnologías avanzadas y sostenibles aplicadas a la climatización de edificios, alumbrado público y transporte eléctrico. Esta distinción ha sido sobre todo gracias a la fuerte presencia de la Universidad y el tejido empresal, a las amplias capacidades tecnológicas y al gran potencial de crecimiento.

Destaca a su vez el proyecto de la Manzana Verde, el diseño de todo un barrio bajo criterios de sostenibilidad ambiental, integración social y eficiencia energética.

Otra acción clave sobre la que se construye el futuro de esta ciudad es la fuerte apuesta que existe por una movilidad sostenible, donde aparece como gran protagonista el metro, los transportes públicos se multiplican y las bicicletas invaden la ciudad a pesar de su no precisamente suave topografía.

Quién podría imaginarse a finales del siglo XX, desde una minúscula acera de calle Larios, con toda esa contaminación, las bocinas, el caos, que en poco más de una década se pudiera tomar café sentado en las terrazas de la calle y vislumbrar a cientos de cruceristas que avanzan cautivados por la ciudad mientras la policía o el cartero aparece en escena en una bicicleta. O incluso comer en el muelle 1 contemplando toda la actividad portuaria y acompañado del sonido de los mástiles, el olor a barniz…

Es por esto que en esta incesante lucha hacia la sostenibilidad el puerto tiene un papel fundamental. Tanto los puertos como las ciudades llevan un camino paralelo hacia la sostenibilidad. El puerto de Málaga lleva a cabo una importante gestión medioambiental, reduciendo residuos, aminorando ruidos y controlando la calidad del aire y las aguas.

La ciudad, reduciendo el tráfico rodado privado, limitando la extensión de la misma en el territorio en busca de la ciudad histórica compleja y compacta.

Quizás hace cuarenta años, la convivencia entre el puerto activo y la ciudad era impensable, pero hoy en día, estas líneas paralelas parecen que empiezan a converger en la recuperación de la ciudad portuaria, la búsqueda conjunta de una mejor calidad de vida. La integración de áreas portuarias operativas es un reto difícil, una situación que resulta conflictiva pero a su vez tremendamente interesante y fructífera para ambas realidades. Factores sociales, físicos y funcionales, diferentes ritmos que deben entremezclarse permitiendo el correcto desarrollo de ambos y garantizando la convivencia en un beneficio mutuo. Es en esta búsqueda de equilibrios entre el puerto y la ciudad, en la convivencia, donde se adivina el futuro de esta eterna ciudad portuaria.

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Playa de la Misericordia.

Muelles 2.

Muelles 1.

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