╔
Monumento a Colón, la Estatua de la Libertad de Europa
Al llegar al Puerto de Huelva se divisa desde los barcos una inmensa estatua que cual Coloso de Rodas nos da la bienvenida. Situada ente la unión de la desembocadura de los ríos Tinto y Odiel, en la Punta del Sebo, nos mira con la firmeza de quien ha visto muchas cosas en la vida.
Se trata del Monumento a Colón, realizado por Gertrude Vanderbilt Whitney como homenaje del pueblo de Nueva York a España por el descubrimiento de América.
La vida del Monumento a Colón, también llamado a la fe descubridora, es paralela, casi gemela a la Estatua de la Libertad, en el caso americano fue el pueblo francés el que realizó una colecta para hacer un monumento que simbolizara la amistad franco-estadounidense conmemorando el primer centenario de la Declaración de la Independencia. En monumento onubense fue la «Columbus Memorial Foundation» la que realizó una cuestación popular para financiar la efigie que hoy preside el Puerto de Huelva, como agradecimiento a España, que con cuya “generosidad y clara visión hicieron posible el descubrimiento de Colón”.
El monumento a Colón fue inaugurado el 21 de abril de 1929, después de tener una magnífica historia en la que se combinan el azar, la devoción por el sentir colombino y la determinación de la escultura que lo realizó.
El Monumento a la Fe Descubridora, conocido como ‘Monumento a Colón’, inaugurado el 21 de abril de 1929. (Fuente: Archivo Histórico Provincial de Huelva).
La idea del monumento surgió por una casualidad, pues en 1917, el abogado estadounidense William Hussey Page, en un viaje de regreso desde Cádiz a Nueva York llegó tarde al barco y no pudo zarpar. Necesitaba esperar al siguiente barco y faltaban muchos días, viendo qué podía hacer por la zona se le ocurrió ir a visitar la Rábida y los lugares colombinos. Curiosamente, a pesar de que éstos están a menos de 80 kilómetros de Cádiz, no pudo hacer el camino por tierra a pesar de intentarlo, por lo que alquiló un barco de vela e hizo el viaje por mar en sólo 3 horas cuando por tierra necesitaba más de 24.
Al llegar a la Rábida quedó profundamente emocionado y pensó en que, si existiera un lugar en el mundo donde los americanos hubieran querido homenajear al hombre que impulsó la civilización en América, el lugar sería aquí, en la confluencia de los ríos Tinto y Odiel. Además, pensó en la persona que debería hacer tan magna obra de arte, la escultora Gertrude Vanderbilt Whitney, que acababa de hacer un monumento más pequeño en St. Nazaire, en conmemoración por el desembarco de los soldados estadounidenses en la primera guerra mundial.
Se lo propusieron y ella aceptó, sería una de sus grandes obras de arte. Gertrude Vanderbilt Whitney, era una mujer de una familia muy adinerada de Nueva York, de hecho, estaba considera la mujer (no el hombre) más rica del mundo en su época. No le gustaba el mundo casi cortesano de la sociedad adinerada de Nueva York y se dedicó a su gran pasión, el arte, que en el fondo fue su trabajo. Recibió clases de los escultores más importantes de su época y estudió también en Paris. Ya en 1914 creó el Whitney Studio Club en Nueva York, la galería para artistas jóvenes más importante del país americano. Obviamente, la proposición de hacer el Monumento a Colón la ilusionó enormemente, pues le permitía crecer como artista y era reto importante.
Curiosamente, la principal controversia era dónde se pondría el monumento, pues el pueblo de Palos pedía en su núcleo urbano, el gobierno quería hacerlo en la Rábida para sustituir el monumento del IV Centenario del Descubrimiento de América que estaba en mal estado. Pero la Junta de Obras del Puerto de Huelva, la Real Sociedad Colombina Onubense y la propia escultora preferían la Punta del Sebo, por ser como decía Gertrude Vanderbilt Whitney la mejor ubicación la que se pudiera ver desde el mar al llegar los barcos como ocurría con la estatua de la Libertad en Nueva York y, además, es la que permitía más posibilidades escénicas. Al final el gobierno tuvo que hacer un Decreto y dar la razón a la artista.
Inicio de las obras del Monumento a Colón, 1928. (Fuente: Archivo Autoridad Portuaria de Huelva).
El monumento lo hizo de estilo cubista, con ciertas reminiscencias egipcias, pues ella había estado poco antes de hacer la obra tanto en Paris donde el movimiento cubista se consolidaba, como en Egipto. Para ello, hacían falta sillares de piedra, que fueron traídas de una cantera muy cercana, de Niebla.
La obra en sí es una escultura de Cristóbal Colón que se apoya sobre una cruz en forma de del símbolo franciscano de Tau, aunque ella especificó que también había “querido dar a mi monumento un carácter simbólico, representando la figura del navegante que mira con ojos visionarios hacia el Oeste, hacia donde debió mirar también el insigne descubridor, cuando presentía América”.
Se trata de una obra de grandes dimensiones, tiene 37 metros de altura y cuenta con un pedestal, igual que estatua de la Libertad, con bajorrelieves representando a las culturas azteca, inca, maya y cristiana, también se representan a los cuatro continentes implicados en el descubrimiento, Europa, África, Asia y América.
Quizás por la influencia egipcia el monumento tiene un aparte interior hueca y visitable en la que se quiso dar un homenaje a los reyes católicos, con un importante conjunto de esculturas de los mismos, así como a los marineros descubridores, con sus nombres, y a los que contribuyeron para poder hacer el monumento como ciudadanos del pueblo de Nueva York.
Recientemente, la Universidad de Huelva publicado, bajo la edición de Rosario Marquez, el diario de Gertrude Vanderbilt Whitney de los meses previos a la inauguración, en el que la artista cuenta con todo detalle los problemas para poder erigir la obra en el terreno, casi un estero de marisma, y la dificultad de montar las enormes piezas de piedra, para lo cual contó con la inestimable ayuda de supervisión sobre el terreno de Florence J. McAuliffe. Incluso ella, para inspeccionar los trabajos, vino de Paris a Huelva conduciendo su propio coche, cosa enormemente rara en aquella época. Cuando lo vio acabado escribió en su diario: “Ver de repente ante mí misma un sueño hecho realidad en grandes bloques de piedra es abrumador. Las formas nítidas que había imaginado se han materializado. ¡Dios mío! ¡La fascinación de construir, de crear!”.
Cara de Colón, una de las figuras más emblemáticas de la ciudad de Huelva.
La inauguración del Monumento a Colón, el 21 de abril de 1929, fue un acto muy importante con la asistencia de numerosas personalidades, con especial relevancia del embajador de Estado Unidos y la autora, y por el gobierno español el Presidente y del Directorio Militar, General Primo de Rivera, varios ministros, el Duque de Alba o el infante don Carlos entre otros. Fue un acto brillante de grandilocuentes discursos y desfiles militares. Posteriormente se ha restaurado en varias ocasiones y ahora gracias a la Autoridad Portuaria de Huelva, luce desde 2020 majestuoso en la entrada de Huelva desde el mar.
En estos momentos se está gestando realizar un hermanamiento aun mayor con la ciudad que donó la escultura a través de la Asociación Huelva Nueva York, que pretende, además, crear un museo de arte americano en Huelva, también en el Puerto de Huelva y si se puede que sea una delegación del Museo Whitney de Nueva York. La biznieta de Gertrude Vanderbilt Whitney, Fiona Donovan Irving, tiene una estrecha relación con Huelva, difundiendo el nombre de Huelva por todo el mundo a través de sus artículos y su universidad le ha dedicado un aula al aire libre.
En suma, el Monumento a Colón es un magnífico conjunto escultórico, que conmemora uno de los momentos más importantes de la humanidad y desgraciadamente no ha llegado a tener la fama de otros como su gemela la Estatua de la Libertad. No obstante, es un faro que muestra al Puerto de Huelva que, con varios miles de años de antigüedad, sigue siendo un lugar de referencia para la historia y para el la logística y el transporte también en el siglo XXI.
IMAGEN INICIAL | Monumento a Colón frente al Puerto de Huelva. (© Huelva Port).