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La Fuente de las Naciones. El abrazo de la Huelva lejana y rosa con la ría y sus paisajes
La Huelva lejana y rosa de Juan Ramón ha tenido históricamente la frustración de su separación con la ría y sus paisajes multicolores. ¿Como no imaginar el abrazo de Saltés y sus restos árabesllenos de poemas de Al-Bakri o el espejo sobre el Tinto de los muelles llenos de actividad que reposaban sobre sus aguas con los paisajes urbanos de la vieja Onuba, sus plazas y sus barrios llenos de vida?
Hoy, recuperando viejas señas de identidad, algunas desaparecidas, la ciudad y su puerto están tomando la cercanía que siempre ha demandado el costumbrismo más choquero. El nuevo Paseo Marítimo, nos permite pasear desde esos muelles hasta la figura de Cristóbal Colón y poder descansar y refrescar el camino con la reconstrucción de la Fuente de las Naciones.
Fuente de Las Naciones. (© Sergio Llagas).
Con la dirección de Francisco Montenegro se estableció una importante relación entre el puerto y la ciudad y bajo su mandato se apertura, en 1917, la avenida que une la ciudad con la Punta del Sebo y la inauguración de la fuente o banco de las Naciones Americanas, asentado a unos 500 metros del muelle de la Compañía de Río Tinto, monumento restaurado en 1956 y destruido en la década de los 60 con la llegada del Polo Industrial y su necesidad de espacios. Creado como un homenaje a las naciones hispanoamericanas. Diego Díaz Hierro lo describe con estas evocadoras palabras “Yendo por la Avenida de los Pinzones, admirable paseo de 6 kilómetros, y recibiendo los amorosos saludos de la brisa, nos encontramos la llamada Glorieta y Fuente alegórica de las Naciones, monumento humilde pero original”.
En su parte derecha están dispuestos los escudos dedicados a Uruguay, República de Colombia, República de Argentina. República Dominicana y Estados Unidos de América y a la izquierda estos otros: Cuba, Estados Unidos de Brasil, República de Venezuela, República de Chile y Bolivia y en su parte central el escudo de la Junta de Obras del Puerto a cuya iniciativa de debía.
Si acudo a mis propios recuerdos y vivencias, década de los 50 y 60 que es hasta donde me alcanza mi memoria, la fuente era una parte indisoluble de las mañanas de domingos, reuniones generalmente de jóvenes iniciando sus citas y sus paseos desde la Placeta o la Plaza de las Monjas hasta la fuente siempre llena de la alegría que aporta la juventud.
Fuentes de la Naciones. Fotografías históricas. (Archivo Histórico Provincial de Huelva).
A su espalda, los campos de la llamada “Pista” servían de escenario deportivo para las competiciones infantiles de fútbol con la fuente y su agua siempre presta para saciar la sed de los jóvenes deportistas. Y al frente. unos atardeceres llenos de mil sensaciones coloristas siempre reflejadas en las aguas de la ría.
Las nuevas generaciones han conocido la existencia de esta fuente por la inquietud en las redes sociales sobre la Huelva del ayer. Ese descubrimiento ha desembocado en la curiosidad, ahora satisfecha, sobre tan insigne monumento.
Es loable el esfuerzo de la Autoridad Portuaria para recuperar una auténtica seña de identidad onubense, recuerdo de varias generaciones y que regala alegría y colorido como colofón al nuevo Paseo Marítimo. La recreación, como su nombre indica, ha logrado devolver recuerdos perdidos a quienes la disfrutamos en nuestra ya lejana juventud y un feliz descubrimiento a quienes solo la conocían a través de viejas imágenes en blanco y negro.
Quisiera desempolvar mis recuerdos de adolescencia y reproducir parte del capítulo dedicado a la fuente en mi libro “Las Caras de Huelva”:
“Pocos rincones urbanos de nuestra Huelva suscitarán mayor unanimidad en el recuerdo de varias generaciones que la desaparecida Fuente de las Naciones. Situada en el precioso camino que unía el puerto y el muelle de hierro de los ingleses con la Punta del Sebo.
Fuentes de la Naciones y Avenida de la Rábida en una postal de la época.
Llegabas desde la Placeta hasta los jardines del muelle y comenzabas un delicioso paseo rodeado por el olor a sal y a brea de los viejos muelles de carga, la figura del puente del mineral, atribuido a algún discípulo de Eiffel, abría paso a la carretera como si de un arco triunfal se tratase. Habíamos dejado a la derecha la vieja fábrica de hielo y la Compañía de maderas y enfilábamos la, para nosotros, ancha y recta línea de asfalto. Que hermosas vistas, a la derecha la ría y sus atardeceres con los contrastes de Bacuta y los varaderos de Saltes, a la izquierda la zona inglesa, con sus guardas jurados, el campo de golf y junto a la vieja fábrica de gas. una piscina de agua de la ría que atravesaba bajo la carretera por conductos subterráneos, donde hoy se ubica el recinto Colombino y el Estadio de fútbol.
El camino, flanqueado por enormes eucaliptos, que aportaban una frondosidad desconocida para quienes no conocieron la zona antes del inicio de las obras del Polo Químico y la escasez de circulación propiciaba los paseos domingueros con nuestros trajes de gala, después de comprar las entradas para la sesión numerada de cine de la tarde. Tengo fotos nostálgicas con mis amigos de la época Carlos Manuel Domínguez, luego Jesuita, Pepe López, Fernando Coll, Pepe Vázquez… todos superelegantes y posando en medio justo de la carretera, bajo los enormes eucaliptos, y con el Club Náutico a nuestras espaldas y la Escuela de Flechas Navales al fondo.
Ingegneros directores de las Obras del Puerto. (Archivo José Ramón Manzano).
La Fuente de las Naciones, con su largo banco de piedra y ladrillos rojizos llenos de los escudos de los países Iberoamericanos, los brazos de artístico hierro forjado como separadores y en el centro, a modo de templete, una hornacina en cuyo frontal se encontraba la fuente, propiamente dicha, su débil chorro servía para calmar la sed de los chavales que habíamos decidido pasear (sin parar hasta la fuente decíamos) por uno de los más hermosos sitios de nuestra ciudad, hoy irremisiblemente arrasado por el progreso industrial.
Fuentes de la Naciones. Fotografía histórica del Archivo Familia Castro a la izquierda. Postal de la Época a la derecha.
Sentado en el interminable banco de ladrilletas rojas, rodeado de mosaicos con símbolos de países Iberoamericanos, me dejaba trasladar, con los ojos fijos en el concreto horizonte de la ría, hasta unos mundos ignotos, mis mundos, en los que me veía aclamado caudillo, invencible guerrero y hasta dueño de un cuerno de la luna”.
Vista de Fuentes de las Naciones tras la recuperación. (© Jose Antonio Fdez).
La Fuente de las Naciones, recuerdo inolvidable de tantos y tantos paseos y seguramente de tantas citas y de tantas historias de amor, de la época”.
IMAGEN INICIAL | Fuente de las Naciones. (© Diego Aitor Lopa).