El Banco Interamericano de Desarrollo (BID) publicó el año 2014 un muy amplio y esencial informe denominado “La próxima despensa global. Cómo América Latina puede alimentar al mundo. Un llamado a la acción para afrontar desafíos y generar soluciones’’, dedicado a comprender y analizar el estado de situación y las perspectivas de las políticas públicas y privadas, existentes y a generar, en América Latina, con el fin de impulsar el futuro de la región como protagonista principal de la agricultura mundial.
Allí el Presidente del BID Luis Alberto Moreno enuncia uno de los principales dilemas del Continente: “América Latina como la despensa del mundo se hace cada vez más clara. Esa es una buena noticia para el crecimiento económico de la región y para sus propios esfuerzos por reducir la pobreza y el hambre. Asimismo, es una gran noticia para la seguridad alimentaria mundial. No obstante, el reto es mucho más que simplemente producir más alimentos. Se trata de resolver el mayor reto de la humanidad del siglo 21, alimentar a una población mundial en rápido crecimiento sin extender la agricultura hacia áreas ambientalmente sensibles, sin disminuir la capacidad productiva de la tierra ya bajo cultivo y sin comprometer la calidad. También se trata de la inclusión, y en especial acerca de permitir que las operaciones agrícolas familiares más pequeñas y sus vecinos rurales se beneficien y prosperen a partir de una economía agrícola fortalecida. Junto con el crecimiento agrícola y la prosperidad, se presenta una oportunidad para abordar el hambre y la pobreza persistente dentro de la región misma, una oportunidad que la región no puede darse el lujo de dejar pasar. En el centro de estos retos se encuentra la inversión, no solo mayor inversión, sino también una inversión más inteligente de parte de los Gobiernos, las organizaciones que apoyan el desarrollo agrícola y el sector privado.’’
Lima, Perù.
En este sentido hablar del crecimiento como factor determinante para la sustentabilidad de America Latina es tratar sobre un valor esencial, pues significa relacionar una de las más trascendentes y actuales oportunidades de la Región, con las tendencias futuras de la organización social y territorial del Continente.
Siendo que a su vez, el aporte de esta visión fundamentalmente orienta sobre la necesaria revisión de las estrategias de integración regional e internacional, en tanto al mismo tiempo definir la identidad de ocupar tan particular rol en el mundo.
La conciencia de lo ilimitado
Para las condiciones de complejidad de América Latina, la planificación pautada y ordenada a través de proyectos técnicamente predecibles y bajo condiciones de imposición ideológica a través de objetivos basados en normas y reglamentos locales, generados para regular el sistema diverso de intereses sociales y comportamientos internacionales, ha entrado en una inevitable crisis. Es por ello que reflexionar los temas antes planteados desde la noción del crecimiento ilimitado, obliga a otras respuestas de organización territorial, derivada de los cambios motivados por la necesaria inserción a las cada vez más amplias redes de intercambio global.
Así, hoy, el catálogo de conocimientos aplicados a los conflictos de la época exige una nueva declaración continental, a fin de encontrar una mirada propositiva sobre los temas surgidos del devenir social latinoamericano y del innumerable proceso de cambios urbanos, derivados del tránsito de la ciudad hacia la complejidad de la metrópoli.
Santiago, Chile.
Por lo tanto, este nuevos mapa de Latinoamérica en el tercer milenio, plantea, entonces, la necesidad de recalificación de su geografía desde un distinto modelo decisional, en tanto su crecimiento ilimitado en su dimensión y diversidad física y social, no solo afecta a la calidad de las ideas y a las actuales prácticas de gobernabilidad, sino fundamentalmente y por su incertidumbre, a la condición social y territorial futura.
“América Latina posee abundantes recursos naturales, incluido un tercio del agua dulce del planeta. Tiene muchos agricultores con experiencia y un don para la innovación, así como instituciones y mercados cada vez más sólidos y resilientes. Pero para que la región de América Latina y el Caribe alcance su potencial de productividad agrícola y comercio de exportación, los Gobiernos de la región deben incrementar la inversión en infraestructura a por lo menos el 4 por ciento del PIB. Este compromiso con la modernización de las carreteras rurales, los puertos y las vías férreas, así como los procesos de aduana y la infraestructura de riego, energía y comercialización, reducirá los costos de transporte y aumentará la competitividad de los productores y empresas agrícolas nacionales.”
Cartagena, Colombia.
Es por ello que si la nueva noción de crecimiento en America Latina, hoy se observa a través de lo ilimitado e indiscriminado, donde Metrópolis de decenas de millones de habitantes transforman el orden previsto y natural de ocupación de sus ciudades, atravesando y superponiendo criterios de formas y funciones, modificando los previsibles usos y costumbres urbanos, es necesariamente referencial la mirada que proporciona el BID a través de su informe, respecto a la importancia de incrementar la inversión en más infraestructura, ahora integrada al moderno objetivo de colaborar para una mejor calidad territorial, con impacto social.
Esta situación redefine el sentido de la macroescala de los grandes equipamientos de tránsito y transporte promoviendo un sistema de nodos logísticos, servicios portuarios, redes de autovías, líneas férreas y estaciones de aeropuertos, generando zonas de transferencias regionales para el movimiento y la distribución internacional, favoreciendo de ese modo un adecuado crecimiento demográfico, a través de un proceso simultáneo de regeneración de la organización funcional y formal de las ciudades en base a un nuevo modelo de estrategia superpuesta infraestructural y urbana, de la Metrópoli latinoamericana.
La idea de “despensa global’’ debe orientar entonces al continente, hacia una misión mucho más estratégica que la de ser un “gran supermercado alimentario’’.
Buenos Aires, Argentina.
Representa fundamentalmente el desafío de poseer el liderazgo internacional de un conjunto de herramientas fundamentales para el diseño y la producción, entre muchos otros ejemplos, de: tecnologías de innovación, acciones públicas para el desarrollo rural, aprendizaje en gobernanza de geografía satelital, fomento de prácticas ambientales a través de aplicación de nuevas energías, educación para la modernización de cadenas productivas, formación de clusters de agricultura familiar, identificación de prioridades científicas, formación de economías dedicadas a la infraestructura y la logística, tendencias en el mercado global de biocombustibles, capacitación para la formación de emprendedores industriales, políticas de género e inclusión social equilibrada, proyectos de medicina nutricional, estrategias de difusión y comunicación especializada, incentivo para la exploración de nuevos mercados y competitividad asociativa entre la universidad y las empresas de agronegocios.
Un círculo virtuoso en los cuales el desarrollo económico, la reducción de la pobreza, la calidad social, la transformación territorial, la nueva infraestructura y el crecimiento elevado se potencian mutuamente.
Mexico, D.F. Mexico.
Head image: Sao Paulo, Brazil.