En octubre se cumplieron veinte años de la inauguración del Museo Guggenheim Bilbao, el buque insignia del nuevo Bilbao que mira a la ría y le ha colocado en el circuito internacional, el icono de una regeneración urbanística y el imán de nuevos proyectos y de una ciudad que ha sabido reinventarse sin olvidar su pasado ni perder su personalidad. Lo que no sabrán muchos de los 20 millones de visitantes que han paseado por sus salas es que su nacimiento está vinculado al Puerto de Bilbao.
En los años ochenta esta villa buscaba un nuevo futuro ante una actividad industrial en decadencia. Paralelamente, el Puerto buscaba el suyo consciente de que ese futuro no podía estar ya tan ligado físicamente a Bilbao, a la ciudad a la que vio nacer y dio nombre, por las necesidades de la propia actividad portuaria y el empuje de la ciudad. El Puerto era el gestor de las márgenes de la Ría a su paso por Bilbao, especialmente en su margen izquierda, lugar donde se ubicaban los muelles de atraque, tinglados, terminal ferroviaria o el astillero Euskalduna. Por otro lado, la limitación de calados, la imposibilidad de ampliar el Puerto en ese entorno, las continuas interferencias entre el uso portuario y el uso urbano, conducían a tomar una solución radical para esta zona.
Es en ese momento, en 1992, cuando se crea la sociedad anónima de capital público Bilbao Ría 2000, constituida por entidades estatales, autonómicas y locales, con una idea básica, convertir un Bilbao industrial en un Bilbao de servicios y turismo. Para ello era necesario aprovechar los espacios que el Puerto dejara para trasladar su actividad aguas abajo del puente Euskalduna, en el Abra exterior. Esta cesión de terrenos generaría los espacios para lo que hoy se conoce como Abandoibarra. Fue una cesión sin contraprestación económica para que Bilbao Ría 2000 los aprovechara para el desarrollo de edificios públicos y privados, usándose las plusvalías de éstos últimos para colaborar económicamente en las obras.
Abandoibarra y el desmantelamiento del astillero Euskalduna.
El Puerto de Bilbao declaró la innecesaridad de esos terrenos de Abandoibarra en el Consejo de Administración del 12 de diciembre de 1995. Cedió gratuitamente a la ciudad 104.000 metros cuadrados. El total de superficie de Abandoibarra es de 350.000. Todo ese terreno pasó a ser gestionado por Bilbao Ría 2000, un referente para la regeneración de ciudades de todo el mundo. Es, sin lugar a dudas, un ejemplo a seguir para los que comprenden que sólo a través del diálogo, el consenso y poniendo los intereses ciudadanos por encima de los intereses empresariales o políticos, se puede contribuir al bienestar y a la prosperidad de las ciudades.
Y así, mientras Bilbao conseguía recuperar suelo para su regeneración, la cesión del Puerto exigía un gran reto de ingeniería y una importante inversión para crear nuevos espacios en el Abra que permitiera el traslado de las empresas y, a su vez, ello implicaba una importante inversión de las empresas privadas para reubicarse y mejorar sus instalaciones.
Hoy en día, el impacto de la regeneración de la ciudad se deja notar también en esa pequeña torre de Babel que se aprecia paseando por sus calles, con un turismo en alza al que el Puerto ha intentado de nuevo poner su granito de arena en otro proyecto de País, dando la bienvenida y potenciando el turismo de cruceros que, aunque tímido comparando con las cifras de los puertos mediterráneos, va creciendo y consolidándose. En este caso es Getxo quien acoge la infraestructura para su atraque, pero el beneficio es para toda Bizkaia y toda Euskadi.
Además, el desplazamiento de la actividad portuaria volverá a generar beneficios a la ciudadanía. Muy pronto los muelles de Deusto, conocidos como Zorrozaurre, permitirán también el desarrollo de nuevos proyectos que contribuirán a este despertar turístico, cultural, arquitectónico y, en definitiva, económico de esta capital.
Por todo ello, cuando se dice que los puertos tienen una gran vinculación con el municipio donde desarrollan su actividad, Bilbao es un referente porque no podemos entender la historia de esta villa, ni pasada ni presente, sin conocer la historia de su puerto, ni podemos desligar su crecimiento, desarrollo e, incluso, su transformación sin darle, por derecho, un papel clave a su Puerto. Del mismo modo, no podemos olvidarnos que los nueve municipios ribereños por donde transcurre su actividad deben gran parte de su economía y personalidad a la actividad que se desarrolla en sus muelles, porque el Puerto de Bilbao ha dado mucho más que unos números traducidos a tráficos portuarios, escalas de buques, euros invertidos, o metros cuadrados ganados al mar o cedidos.
Las cifras importantes son las que tienen relación con las empresas a las que se sirve y detrás de las cuales hay personas con nombre y apellidos. El 80% de las importaciones de la Comunidad Autónoma de Euskadi y casi el 50% de las exportaciones se hacen a través del Puerto de Bilbao; que aporta, anualmente, el 1,29% del total del PIB de esta Comunidad Autónoma y el 2,55% del de Bizkaia; y contribuyendo al mantenimiento de 11.500 empleos.
[one_half]
[/one_half]
[one_half_last]
[/one_half_last]
El puerto de Bilbao: Abra exterior en 1992 (a la izquierda) y en la actualidad (a la derecha).
En paralelo, aunque nuestra presencia física en la ciudad se haya ido desdibujando, no hemos querido perder el contacto con la ciudadanía y en 2013 iniciamos el programa “Ezagutu Portua” con el objetivo de dar a conocer nuestro Puerto. Desde esa fecha, nos han visitado 14.500 escolares y 4.000 adultos porque, aunque sean ya siete siglos de existencias paralelas, seguimos, por así decirlo, renovando nuestros votos, demostrando que, al igual que en el pasado, nuestro presente y nuestro futuro se encuentran estrechamente vinculados. Antes desde el corazón de la ciudad, pero ahora desde el Abra exterior, desde la desembocadura de la Ría del Nervión a la que le debemos lo que somos, seguimos y seguiremos mirando hacia la ciudad que vimos nacer.
Head Image: Una imagen del Museo Guggenheim en Bilbao.